Es común que nuestra mente se coloque seguido en el futuro, más en estas épocas en donde reina la incertidumbre y el futuro es un poco más difuso de lo habitual.
Nos preocupamos, nos cuestionamos, nos inquietamos, nos ponemos ansiosos.
Y muy seguido nos olvidamos que el futuro es una construcción.
Una construcción que consta de dos partes: la consecuencia de lo que estamos haciendo en este mismo instante, y el aderezo de "la vida" (el universo, la naturaleza, el guionista de dios, la pacha mama, o el nombre que le quieras poner).
Más allá de eso, el futuro no existe. O sea, no existe aún. Depende 100% de lo que queramos que sea y por lo tanto, de una parte, tenemos el control: de la parte que nos toca decidir a nosotros, la consecuencia de lo que estamos haciendo hoy.
Personalmente pienso en esto muy seguido, enfocándome en el presente, en lo que estoy haciendo hoy, en lo que PUEDO hacer. Tratando de dar lo mejor y teniendo bien presentes las consecuencias que mis acciones de hoy tendrán mañana.
El resto, la parte que le toca a "la vida", la acepto y la abrazo. Porque -por más que a veces no me guste- no la puedo cambiar.
"El futuro depende de lo que hagas hoy" - Mahatma Gandhi